lunes, 1 de agosto de 2016

mientras acomodo las botellas de leche en el cajón mi mejor amiga de la infancia cierra la puerta de su casa con llave y luego se agacha
me pregunta cómo me va en la vida yo le digo te veo casi todos los días en un sueño distinto,
le entrego su botella de leche y llevo el cajón hasta el camión.

a las once de la mañana un gato barcino logra deslizar una botella de leche, desencastrarla del cuadrado que la contiene, hacerla girar hasta el borde de una mesa y dejarla caer.
a las once y cinco minutos de la mañana un gato barcino comparte leche con otros tres gatos que se pusieron alerta por el ruido de vidrios rotos y luego
se acercaron a beber, porque sintieron olor.

ningún gato resulta herido.

escuché el estruendo y me encontré esta escena

usé mi celular para sacar una foto, luego
usé mi celular para buscar en internet el número de algún psicoanalista.

un chico y su novia me invitaron a una cita por una red social del corazón
ella es estudiante de psicología y no puedo evitar vivir esta propuesta en claves simbólicas,

al mediodía paré en un bar, dejé estacionado
el camión en calle 4 después de dar varias vueltas
la ciudad está volviendo a sus actividades y es difícil encontrar estacionamiento,
cargo otro cajón de leche y lo llevo al bar
la mujer recibe la leche y anota en una libreta que tiene un ganchito rosa transparente,

hago pis en el baño del bar,
para ir al baño tengo que pasar por atrás de la cocina,
hay olor a sopa de apio.

el baño tiene dos cubículos, la luz no anda y no tiene cerámicos, es todo cemento
cuando termino me lavo las manos con jabòn valot pensando que parece un sugus confitado gigante y
otra chica sale de otro cubículo y creo que es igual a mí aunque no la veo muy claramente pero
nos vemos a través de un espejo manchado de negro y
es casi igual  a mí,
se arremanga y se enjabona hasta casi los codos y pienso esta chica debe trabajar en algo sucio esta chica
debe ser ruda o bien
tiene alguna neurosis.

tarda mucho más que yo en lavarse entonces decido dejarla sola y luego tomo lo de siempre, anoto en mi libreta un nuevo pedido, cargo un cajòn con botellas vacías y escucho el clanclan del vidrio contra la madera,

a veces manejo sin prender la radio y el ruido de la mercadería me hace pensar en
las tardes de viento en casa de una tía que tenía un llamador de ángeles,

una tarde  mi tía recibió un llamado telefónico, escuchó lo que le decían y colgó sin decir nada
salió al patio
miró al cielo
se soltó el rodete que tenía y con esa gomita de pelo maniató al llamador de ángeles,

me dijo
que ellos
ya estaban
acá.

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